El 10 de diciembre fue un día de burla a los derechos humanos. Justamente el día en que se recuerda el aniversario de la declaración universal, se rindió homenaje a la madre de la corrupción y de la violación de los derechos humanos: la impunidad.
Ese mismo día en que los organismos del Estado y de la sociedad civil se dedican a evaluar la situación, la justicia paraguaya nos recuerda lo lejos que estamos aún de llegar a un estadio de fiel cumplimiento de los pactos internacionales, de la propia Constitución Nacional y de las leyes que garantizan los derechos de las personas.
Tuvo que hacerlo ese mismo día, no esperó siquiera el 11 de diciembre o tal vez un día antes, para sobreseer al ex presidente de la República Luis Angel González Macchi, cuando que la ciudadanía espera aún de la justicia ordinaria por lo menos una condena ejemplar a un pez gordo.
La Corte Suprema de Justicia declaró extinguida la causa por enriquecimiento ilegítimo, pese a las múltiples evidencias y, como si fuera poco, dispuso que sea con costas al Estado paraguayo. Es decir, además del daño patrimonial que hemos sufrido, debemos pagar los gastos de justicia del ex presidente.
¿Quiénes hicieron posible este premio por el día de los derechos humanos? El ministro Miguel Oscar Bajac y los camaristas civilistas Oscar Paiva Vasconsellos y Valentina Núñez. ¡¡Loor a estos próceres de la justicia, que la patria no los olvide nunca!!
Ese mismo día la fiscalía se vio obligada a suspender el proceso al ex director paraguayo de Itaipú Víctor Bernal, acusado de corrupción con los “fondos sociales” de la entidad binacional, en vista de que no podía acusar al actual senador que se ampara en sus fueros.
Hay más. La Sala Constitucional de la Corte anuló también ese día la resolución del Tribunal de Etica que amonestó a la jueza Nilse Ortiz, por plagiar una obra para la presentación de su tesis. Los autores de tan generoso obsequio de fin de año son los ministros “liberales” de la Corte, Sindulfo Blanco y otra vez Miguel Oscar Bajac, quienes no tuvieron en cuenta la extemporaneidad de la acción.
Lo simpático del caso es que el libro plagiado por la jueza tiene como título precisamente Etica Judicial, lo que nos empuja a pensar que la ética imperante en la justicia ordinaria de nuestro país es la de la jueza Ortiz y no la que tratan de imponer los miembros del Tribunal de Etica del Poder Judicial.
La burla no termina con estos tres casos. A esto hay que agregarle la “condecoración” que impuso la comisión de derechos humanos de la Cámara de Diputados al presidente del partido Unace, Lino Oviedo, juntamente con el profesor Luis Alfonso Resck. No es necesario abundar sobre el perfil de estas personas ni remarcar las diferencias que existen entre ellas. Los lectores saben hacerlo.
Lo que me extraña es que los diputados oviedistas no sepan respetar la trayectoria de los verdaderos luchadores por la justicia y los derechos humanos de este país, y no sepan reconocer los límites cuando se trata de adular al jefe.
Oviedo puede tener todo el mérito que los oviedistas se puedan imaginar como para condecorarlo dentro de su partido, pero intentar otorgar rango y jerarquía oficial a su homenaje es un exabrupto propio de los mediocres, que se creen muy inteligentes como para tratar de engañar a la gente.
El profesor Resck es un símbolo que une a los paraguayos; Oviedo es todo lo contrario, y tratar de meterlos en una misma horma de méritos es la mayor torpeza que pudieron haber cometido los diputados oviedistas.
Fuente: ABC Color 12/12/2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario