lunes, 22 de octubre de 2007

La independencia de la Corte, con la nueva terna, seguirá siendo un sueño

La Justicia es uno de los valores más altos de toda sociedad que pretende avanzar hacia una convivencia basada en el cumplimiento de las leyes. Por lo tanto, los que integran la Corte Suprema deben ser los primeros que respeten las normas, dejando de lado las injerencias políticas que le restan credibilidad.

La designación de la terna para completar el número de magistrados de la máxima instancia judicial, a raíz de la renuncia del Dr. Wildo Rienzi al cumplir los 75 años, es una ocasión propicia para reflexionar acerca del papel de la Justicia en la sociedad y la perentoria necesidad de que enmiende sus errores para responder a los reclamos de este tiempo. La nominación hecha por el Consejo de la Magistratura ?de mayoría colorada? elude el criterio eminentemente político que podría haber primado. De haber tenido preponderancia la adhesión de los candidatos hacia el oficialismo colorado, la selección hubiera sido blanco de agrias críticas desde todos los flancos.La estrategia, sin embargo, apunta a tres nombres con experiencia judicial en los que podría depositarse la confianza de un buen desempeño en cuanto a conocimiento de las leyes y el juzgamiento de casos puestos a su consideración.

En lo que atañe a lo político, siendo afines al Partido Colorado, sin embargo, no se puede dar esa misma garantía. El año electoral y las posibilidades de que tengan que decidir acerca de aspectos electorales de gran relevancia en la carrera hacia la presidencia en el 2008 no lo permitirían en la lógica con que se maneja el poder real.El Senado es el que tendrá que elegir a uno que, a su vez, debe recibir la bendición del presidente de la República para ser el noveno miembro de la Corte, completando de nuevo la cantidad de ministros que requiere esa instancia suprema. El proceso de elección de un integrante del más alto cuerpo de decisión a nivel judicial evidencia, una vez más, cómo los magistrados dependen del poder político, haciendo tabla rasa de la independencia de los poderes. Si los políticos son los que dan su consentimiento para que ocupen sus cargos por cinco años, es obvio que quedan presos de la voluntad de los que los pusieron en ellos.

La Justicia es una instancia de reparación de los daños o atropellos que reciben los ciudadanos. Los jueces, por lo tanto, son los que restablecen el equilibrio de acuerdo al ordenamiento jurídico y su sano juicio. Al irrumpir lo extrajudicial, se derrumba la posibilidad de que cada uno reciba lo suyo en su justa medida.Por eso, es necesario pensar en la construcción de un poder judicial independiente. Habrá que recorrer un largo camino, pero valdrá la pena emprender ese apasionante desafío.

Fuente: Editorial, U. Hora 20/10/07